Rafael Pérez Estrada (1934-2000) fue un gran cazador de ángeles.
Hace un tiempo hice unos marcapáginas con sus versos.
Nace en Málaga, el 16 de febrero de 1934.
Cursa estudios de Derecho en la Universidad de Granada, (1954) y ejerce la abogacía con gran prestigio en Málaga, donde compaginaría su labor profesional con la pintura y poesía, siendo a lo largo de su vida un referente local inestimable, pues participó muy activamente en eventos claves de la vida social y cultural malagueña, (Centro Cultural del 27 y en el Consejo Social de la Universidad de Málaga).
De su ciudad jamás quiso alejarse “es la ciudad del gozo y de la dicha” o “soy un seducido por Málaga” dijo el escritor en su discurso con motivo del nombramiento como Hijo Predilecto de Málaga.
Procedente de la pintura, llega tardíamente a la literatura, pues en 1968 aparece su primer “Valle de los galanes”, al que siguen numerosos títulos de teatro, poesía y narrativa de vanguardia “La bañera” (1982), “Libro de la Horas” (1985), “Conspiraciones y conjuras” (1986), finalista del Premio Nacional de Literatura, “Siete elegías mediterráneas como siete pecados capitales” (1987), “Bestiario de Livermoore” (1988), finalista del Premio Nacional de Literatura, “Breviario” y “Libro de los espejos y las sombras” (1988), “Jardín del Unicornio” y “Inventario de gemas crueles” (1989), “La ciudad velada” (1989), “Libro de los Reyes” y “Tratado de las nubes” (1990), “Los oficios del sueño” (1991), “La noche nos persigue” (1992), “La sombra del obelisco” (1993) y “El Domador” (1995). En 1997 apareció su primera novela, “Ulises o el libro de las distancias”, a la que seguirá “El viento vertical” y “El ladrón de atardeceres” (1998) o “Cosmología esencial” (2000), su última entrega prologada por Ángel Cilleruelo, quizá su mejor estudio, y dejando inacabada por su fallecimiento “La extranjera” primera novela de una trilogía.
Decía de su obra que estaba realizada en un sistema al que se podía denominar “la pasión de lo breve”.
